Un universo de influencias, gustos y ciudades; de viajes, amores y fobias. Un mapa de referentes y emociones para conocer mejor al autor de El cocinero.
El cocinero
Autoras/autores que te gusten
Nikolái Gógol
Roald Dahl
Josep Pla
George Orwell
León Tolstói
Eduardo Mendoza
Charles Dickens
George R.R.Martin
H. G. Wells
John Fante
Vladimir Nabokov
Santiago Posteguillo
Louis-Ferdinand Celine
Tres libros que me han marcado como lector
Las hormigas
Bernard Werver
El Hobbit
Tolkien
Madame Bovary
Flaubert
Tres imprescindibles en mi vocación de escritor
Libros en los que se ha inspirado El cocinero?
El Perfume
Un libro íntimamente relacionado con El cocinero es El Perfume, que me impactó profundamente, aunque me alejé de él mucho antes de comenzar la escritura para que no hubiera vasos comunicantes y evitar que Süskind se infiltrara en mi cerebro como un ninja
El Lazarillo
Lo mismo con el Lazarillo. Son lecturas que guardas en el inconsciente, de forma que brotan semillas de forma natural
Cuando escribo, procuro apartarme de lecturas que tengan algo que ver con la obra para mantener una distancia requerida, y ser genuino. Otra cosa es para adentrarme en el lenguaje de la época, lo que fue imprescindible
Películas/series que inspiraron El cocinero
La banda sonora de El cocinero
Cantigas de Extremadura
Los trabajos de viola de gamba
Johann Friedich Ruhe
Los trabajos de Marin Marais, interpretados por Jordi Savall
La suit orquesta de La Misión
Ennio Morricone
El duo de cuerda Bocherinni
Canciones favoritas
Sones jarochos mexicanos
Música sufí de Turquía
Coros de Okinawa
Un ingrediente sería...
Un plato de comida sería...
Una bebida sería...
Una especia sería...
Un olor sería...
Un sabor sería...
Un utensilio de cocina sería...
El cocinero
Ciudades en las que transcurre El cocinero
Las ciudades que recorre Alvar tuvieron una importancia fundamental en nuestra cultura. Su legado fue de una u otra manera, cayendo en el olvido. Pero los paisajes en los que se asientan continúan manteniendo esa energía.
Sahagún, que no fue más que una villa romana al pie de la vía que en tiempos muy pretéritos enlazaba con Italia. Sería un foco cultural en la edad media, donde convivían comerciantes europeos, judíos y musulmanes. Cobró fama gracias al monasterio que fue un centro universitario importantísimo. Su decadencia posterior es muy intrigante. Solo se conserva de él la puerta: uno de los misterios que son el campo de juego en una novela como esta, donde procuras ceñirte a la historia, y escarbas en sus huecos.
En las calles de Valladolid es el lugar donde desemboca Alvar. Era una ciudad cargada de energía, así como conflicto, debido a los profundos cambios de la era. Allí se casaron en secreto los Reyes Católicos. Murió Cristobal Colón en la miseria, acudiría Magallanes a hacer las capitulaciones, viviría Cervantes, y conseguiría el privilegio para realizar la primera impresión del Quijote, que se le sería concedida por diez años.
El centro político del primer imperio global sobre la tierra nos parecería casi un pueblo en esta era. Entonces, una población de cuarenta mil personas era de importancia, pero hoy sorprende ese tamaño frente a una magnitud cultural inmensa, que aún nos influye. Ya en 1481 contaba con imprenta, y multitud de colegios universitarios. También allí surgió el espanto de la burocracia moderna, y se establecería el tribunal de la Inquisición más poderoso de la época.
Como Sahagún, Valladolid borró gran parte de su memoria. Muchos de sus edificios históricos fueron derribados a lo largo del siglo XX, en distintos planes urbanísticos, aunque queda alguna joya.
Paisajes en los que transcurre El cocinero
El protagonista transita en una era donde poblaciones se encontraban muy aisladas, conectadas por caminos llenos de peligros. Inicia su andadura en las montañas al norte de la cordillera cantábrica. Un paisaje salvaje entonces, donde las especies dominantes eran el oso y el lobo. En sus faldas hay lugares que aún guardan leyendas, sobre aquelarres, lugares mágicos. Camino que unían aldeas entonces enfrentadas con frecuencia, en guerras señoriales. La miseria era lo habitual, y la economía era de subsistencia. Llegando a la llanura, los caminos de Castilla que tan bien trazó Cervantes, donde la ley ahorcaba al pie del camino, debido a que estaban llenos de salteadores.
Si no fuera España, dónde te hubiera gustado ambientar El cocinero
En el Japón de la era Sengoku Jidai, cuando el imperio estaba en guerra, y la ruta de Nakasendo era un mosaico de monjes, peregrinos, guerreros errantes y poetas. Japón para mi es una segunda casa, y su cocina es tan rica como la nuestra.
Que me han inspirado a la hora de escribir El cocinero
El hecho de que no hubiera tomates, ni pimientos, y tampoco patata. Es inconcedible, me dije: ¿cómo puedo hacer una novela con recetas sin eso? Hubo parte del reto para mi, es como cuando casi perdí el ojo, porque se me ocurrió que quería ir a ver que pasaba en una playa del Mar de Japón, cuando venía un tifón. Por suerte no perdí el ojo, y acabé el libro.
Si no hubiera sido cocinero en esa época Alvarillo hubiera sido...
Ladrón, y comediante de la legua. Demasiado curioso e inquieto para pasar desapercibido en la vida gris del servicio sin que le martirizaran, y son las oportunidades más probables que un pillo de su clase, hubiera encontrado en el camino.
El cocinero
Cortar leña con un hacha que pesa más que lo que debería
En invierno escribo sempre junto a un secador de viaje encendido.
En verano, un ventilador al que ato una tira de papel empapada en aceite de bergamota, y que apunto a mi cabeza
Fürin, la campanilla de metal que hay en mi ventana, que suena cuando hay viento
Me gusta el té fuerte y el café fuerte
La música suave
Me gusta vestir con pantalones de fontanero, y botas de trabajo y tener solo eso en el armario para cada día de la semana
Me gusta caminar por la calle con tapones en los oídos, bajo auriculares insonorizantes, de forma que deambulo aislado en una banda sonora. He sobrevivido a tres atropellos a causa de ello, lo que provoca que aprecie mucho cada día que vivo
Me gusta ver películas malísimas, como los Castores Zombies, mientras como queso seco de oveja con patatas fritas y bebo vino espumoso directo de la botella, con una pajita
Me gustan las llamadas telefónicas comerciales porque puedo volver loco a un desconocido de forma impune, al tiempo que equilibro la energía kármica del universo
Me gusta mostrar simpatía, y cortesía exquisita con las personas antipáticas
Me gusta que mis gafas se oscurezcan cuando hay sol
Me gusta trabajar con un pequeño monitor al lado, que reproduce un vídeo con lluvia golpeando sobre una viga. También me gusta ver vídeos de personas que arreglan tornillos de banco oxidados. Tengo una colección de ellos
Tengo ictofobia, fobia a los peces. Si me fijo en un pez, sufro un cortocircuito mental. Esta es mi mayor fobia
Odio que las gafas sigan oscuras durante un rato, cuando entro en interiores
Odio los "ismos"
Odio la música de ascensor
No soporto los coros vocales, cuando hacen mal el glissando. Se fija en mi mente y tardo días en borrar la sensación
No puedo entrar en un supermercado desconocido, por si tropiezo con la pescadería y allí aguardan todos esos ojos mirando
Quisiera vivir en un barco durante un tiempo. En su momento, pagué la señal de uno de madera que tenía casi un siglo para irme a vivir a este, pero resulta que era imposible -imbecil de mi- pilotar un bicho tan grande de dos mástiles que tenía el casco podrido
Que el mundo se llene de buen arte, buenos libros, buen cine, buena música, ya que son alimentos esenciales para cultivar las almas
Me gustaría poder volar. No paracaídas, ni avionetas. Volar en serio, como un pájaro. En su defecto, quisiera poder repetir mis sueños lúcidos, todas las noches que quisiera